Pese a la orden ejecutiva de Trump, Chicago reafirma que seguirá siendo una ciudad santuario

Después de que Donald Trump firmó una orden ejecutiva en la que anunciaba que quitaría fondos federales a ciudades que no colaboren con las autoridades de inmigración en el control de los indocumentados, el alcalde de Chicago, Rahm Emanuel, ratificó que la Ciudad de los Vientos seguirá siendo una ciudad santuario.

“Quiero ser claro: Nosotros vamos a seguir siendo una ciudad santuario. No hay extraños entre nosotros. Nosotros damos la bienvenida a la gente. Si usted es de Polonia o de Paquistán, si es de Irlanda o de la India o de Israel, si es de México o de Moldovia, de donde vino mi abuelo, usted es bienvenido en Chicago mientras persiga el sueño americano”, dijo el alcalde en conferencia de prensa.

“No sé qué hay en la orden ejecutiva. [Ya sé] que está quitando recursos o amenazando. Voy a tomar lo que el presidente ofrezca darnos en recursos y eso es en lo que me voy a enfocar”, agregó Emanuel.

El presidente Donald Trump firmó este miércoles dos órdenes ejecutivas sobre inmigración: una de seguridad fronteriza, que incluye la ampliación del muro y de los espacios de detención para inmigrantes indocumentados, y la segunda busca cumplir las leyes migratorias en Estados Unidos y despojar de fondos federales a las ciudades santuario.

Por lo que pidió a John Kelly, secretario de Seguridad Nacional, que busque maneras para asegurar que las ciudades santuarios no son elegibles para recibir fondos federales.

Por el momento no es claro, cuántos fondos podría perder la ciudad o cuánto de esos millones de dólares podría ser considerado necesarios para la aplicación de la ley.

Según el Chicago Tribune, el año pasado, Chicago recibió un poco más de un 1 mil millones de dólares en fondos de subvenciones federales para diversos programas, entre ellos inicitivas relacionadas con educación, transporte, servicios policiales, salud, asistencia pública y manejo de desastres, entre otros.

Desde hace más de tres décadas, en Chicago rige la llamada ley santuario, en la que la Policía y los funcionarios municipales tienen prohibido preguntar el estatus migratorio de las personas, y tampoco colaboran con Inmigración en la detención de indocumentados para deportación.

La ordenanza emitida en 1983 establece que los empleados municipales en general tienen prohibido presionar a las personas para que hagan declaraciones, y en el caso de que violen lo dispuesto recibirán sanciones disciplinarias.

En noviembre pasado, el alcalde de Chicago había comentado que Chicago había sido una ciudad de inmigrantes desde su fundación y donde se ha recibido a personas de todas las religiones y orígenes, por lo que “aunque cambien los Gobiernos, nuestros valores y compromiso de inclusión no lo harán”.

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