Durante tres semanas, los adultos aguardaron en un hotel de Tijuana para poder ingresar a Estados Unidos, acompañados por activistas y abogados que los respaldan. Por fin, el sábado a las cinco de la tarde, cruzaron la frontera estadounidense custodiados por agentes de migración. Ahora los 29 padres de familia demandan una audiencia para pedir asilo y que les permita la reunificación familiar.
En Estados Unidos serán alojados en iglesias y casas localizadas por organizaciones civiles mientras se resuelve su solicitud, pero existe la posibilidad de que vuelvan a ser deportados a México, señaló Ramos.
Según publica el diario The Washington Post, que cita al Departamento de Salud y Servicios Humanos, más de 2 mil 700 menores fueron separados de sus padres el año pasado cuando intentaban cruzar la frontera, de esos casos 430 padres fueron deportados a sus países de origen, y 200 aún permaneces lejos de sus hijos.
El guatemalteco José Ottoniel, originario de San Rafael Las Flores, Santa Rosa, es uno de los 29 padres de familia que cruzó el sábado la frontera con el deseo de reunirse con su hijo Ervin, de 10 años, de quien lo separaron en junio pasado, cuando intentaron cruzar la frontera estadounidense sin documentos oficiales.
Según The Washington Post, que narra su historia, Ottoniel junto a otros padres fue presionado para firmar los documentos de su deportación.
Desde entonces, el niño ha permanecido con un tío en Arkansas, lejos de la violencia y la pobreza que vivía en Guatemala.
En enero, Ottoniel recaudó US$8 mil para pagarle a un coyote que lo llevara de vuelta a Estados Unidos y así reunirse con su hijo. Unos días pasaron cuando el padre guatemalteco recibió una llamada desde Los Ángeles, era un abogado de la asociación Al otro lado que le ofreció ayuda para reencontrarse con el menor. Le ofrecieron correr con los gastos de vuelos aéreos, boletos de autobús y pago de hotel.
La organización recibió más de un millón de dólares en asistencia financiera de entidades como Families Belong Together y Together Rising para ayudar a familias separadas por la política de cero tolerancia del presidente Donald Trump.
Ottoniel, al igual que los otros 28 padres centroamericanos, vio en el ofrecimiento de Al otro lado la oportunidad para volver a abrazar a sus hijos.
La guatemalteca Antolina Marcos, de 28 años, quien huyó del país luego de que las pandillas asesinaran a varios de su familiares, también se encuentra en el grupo. Ella fue separada de su hija Geidy, de 14 años, en mayo pasado, en su intento de llegar a Estados Unidos, pero la patrulla fronteriza las detuvo.
Cada año, cientos de centroamericanos salen de sus países -principalmente Honduras, El Salvador y Guatemala- huyendo de la violencia y la pobreza con el objetivo de llegar a territorio estadounidense en busca de una vida mejor.
Muchos de ellos viajan en caravanas como una medida de seguridad ante el largo y peligroso camino. En octubre del año pasado, una caravana que llegó a sumar unos 7 mil migrantes viajó de Honduras hasta Tijuana, vecina de Mexicali.
La dura postura contra la migración clandestina del presidente Donald Trump ha complicado, sin embargo, el objetivo de los migrantes de pedir asilo en territorio estadounidense.