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Migración, a dos fuegos: la migra y el narco

Publicado el 13 de septiembre de 2013
por Karla Tinoco en Sexenio Nuevo León

 

Monterrey es ruta de migrantes y se ha mostrado insensible con ellos. La mañana del martes, el Instituto Nacional de Migración -INM- y las policías federal y estatal dieron un golpe a varios hoteles del centro regiomontano, cerca de la central camionera. En un rato, se llevaron a 20.
 

Esta redada es ilegal, porque las personas tienen el derecho a transitar libremente y no ser detenidas por su aspecto, explica el padre Jesús Garza Guerra, director diocesano de la Dimensión de la Pastoral de la Movilidad Humana en Nuevo León.  

 

LA SEGUNDA CASA

 

El albergue de los migrantes centroamericanos se ubica en el cruce de las calles José María Bocanegra y Amado Nervo, en la colonia Industrial; a unas cuadras de la central camionera.

 

Este refugio es una casa grande acondicionada para dar asilo a los viajeros que llegan de paso. Un par de accesos dan entrada y salida a las historias que se cuentan por días y meses, en el tiempo que logran llegar a Estados Unidos.
 

La casa tiene tres plantas. Abajo hay un recibidor, una cocina amplia, baños y un comedor de convivencia. Hay también una capilla privada donde se celebra misa los viernes, un despacho y otro comedor utilizado en ocasiones especiales.
 

Los dormitorios están en la segunda planta, acompañados por baños comunitarios y una sala para conversar. Unas escaleras conducen a una terraza donde lavan la ropa y desde arriba vigila el Mojado,  un perro guardián.
 

Ahora solo están ocupadas 24 de las 40 camas dobles. Ahí duermen de 10 de la noche a 7 de la mañana, hora en que deben ayudar con las labores domésticas de la casa.

Más tarde los espera un café y tendrán que ir por pan dulce a la tiendita; luego subirán a lavar su ropa a la azotea y dará tiempo hasta las 12 del día cuando bajen a comer. Los tiempos muertos se aprovechan para hacer ejercicio con algunas pesas, mientras sirven la cena a las 6 de la tarde.

La puerta que conduce al patio se cierra a las 9 de la noche. Los residentes encienden la televisión hasta dar las 10, donde una rutina los sigue hasta el día siguiente.
 

En ésta casa vive Yefri, tiene 25 años y es uno de los encargados del albergue. Él explica a los nuevos inquilinos las reglas de la casa. También administra los 5 pesos que les cuesta a los migrantes comunicarse con sus familias durante un minuto. Quienes no llevan dinero, les regalan dos minutos para que hablen y devuelvan la llamada.
 

Yefri nació en Honduras y llegó a Monterrey desde hace 1 año 2 meses. Piensa llegar a Estados Unidos, pero aún no sabe cuándo.
 

Edgar es otro voluntario de mayor experiencia en la casa. Salió de Honduras muy pequeño y vivió en Estados Unidos, donde radica su familia. Ahora es uno de los cocineros.

 

-A los muchachos les gusta que les cocine arroz blanco con frijol y baleadas (tortillas de harina con frijol, pollo, crema, aguacate y queso), porque es comida de Centroamérica y el sazón los mantiene cerca de su país.

 

Esta noche cenarán nuggets de pollo.

Edgar también es el mandamás de los migrantes. Quiere escribir un libro con las memorias de sus compatriotas y planea terminarlo en seis meses, aunque lleva sólo una cuartilla y media. Las regalías las repartirá entre los migrantes, la casa y otro poco para él.

El sacerdote Jesús Garza Guerra se ha dedicado a coordinar la Casa Forastero Santa Martha, en la colonia Industrial; y la casa San Nicolás Tolentino en Guadalupe, ambas en Nuevo León. Sabe del esfuerzo que hacen los centroamericanos por entrar a México y su huida de la policía, quien los entrega a Migración. También huyen de los grupos del narcotráfico, que los reclutan a la fuerza a costa de su vida.
 

La policía no tiene permitido entrar a los albergues católicos registrados como refugios legales para migrantes, a menos de que tengan una orden de cateo que indique la localización de delincuentes para su detención.

Hace tiempo, el padre Garza Guerra supo de una carta escrita por un centroamericano detenido. En la misiva, revela que los polleros avisan a la policía sobre los hoteles donde se hospedan los migrantes.

LA PISTA
 

El fin de semana previo a la cacería de centroamericanos en el centro de Monterrey (a unas cuadras de la Casa Forastero Santa Martha), la policía municipal encontró severamente golpeado a un hondureño.
 

En sus primeras declaraciones ministeriales, dijo que recién había llegado de Saltillo y esperaría la pasada del tren con otros tres compañeros. Mientras llovía se refugiaron en una casa vacía en la colonia Industrial y se toparon con un par de hombres que los golpearon y subieron a un coche.

Después de perderlo y torturarlo, lo abandonaron en la calle. Tuvo que ser hospitalizado y no sabe nada de sus compañeros.  

Días después, vino la cacería de migrantes.
 

LA FRUSTRACIÓN DE NO PASAR
 

Uno de los inquilinos del albergue es Edwin Eduardo, un hondureño que salió de su país en noviembre del año pasado y desde entonces quiere cruzar la frontera. Lo ha intentado nueve veces (una vez por mes) y no lo ha logrado porque siempre que llega algo lo detiene. En una de las nueve experiencias de regreso, también probó la deportación a Guatemala.
 

-¿Sabe cuántas veces he querido pasar para los Estados Unidos? Nueve, nueve veces y no he podido. Cuando no nos agarra la policía, siempre tenemos problemas para llegar.
 

Frente a un grupo de 24 migrantes centroamericanos, toma la palabra. Dice que la mayoría tienen hijos que mantener y en el camino para llegar a Estados Unidos han estado expuestos a dos fuegos: por un lado, la policía que los extorsiona y por el otro, los delincuentes que los asaltan y les quitan lo poco que los acompaña.
 

De la delincuencia organizada, no hablan.
 

En el camino de La Bestia, el tren que recorre México de sur a norte, los grupos de asaltantes les cobran el viaje. Otros amenazan con aventarlos desde arriba o abusan sexualmente de ellos.
 

Edwin Eduardo se siente obligado a buscar otra forma de vida lejos de su país, porque no les alcanza para comer y para pagar el alquiler. En Honduras dejó a su hijo de tres años y a su esposa. Habla con acento entrecortado y golpeado. 

 

-No entiendo porqué le dicen La Bestia a la locomotora. Ella no es la bestia, las bestias somos nosotros porque nos subimos a un tren que nos va a llevar hasta allá.   

 

LA ÚLTIMA VOLUNTAD
 

Arlin salió de su casa, en Honduras, la madrugada de un viernes. Su calendario cuenta el tiempo que tendrá que hacer para llegar a Estados Unidos. En México ya tiene 20 días.
 

Cumplirá 20 años y es delgado. El sol le partió los labios y le dejó llagas que ha tenido que curar con bálsamos.
 

En su viaje ferroviario, los garroteros -vigilantes contratados para cuidar la mercancía de los vagones- le cobraron 100 dólares para subirse al tren. No pudo pagarlos y lo esculcaron hasta quitarle lo poco que traía. De la inspección tampoco estuvieron a salvo los polleros, a ellos les quitaron dinero y marihuana que traían oculta.
 

Más tarde, Arlin cometió un error. Clavó su vista en la discusión de los polleros con los garroteros y eso casi le valió ser aventado de La Bestia en movimiento.

 

-Me agarraron en cuatro (manos y pies) y gritaban: a la una, a las dos… Hasta que les dije que quería una última voluntad: aventarme yo solito. Yo me iba a aventar pero donde hubiera un árbol y no donde cayera en el piso, después me iba a doler todo.

 

Arlin ahora sabe que nunca debió mirar. Los vigilantes de la mercancía le perdonaron arrojarlo a las vías y prefirieron que se mojara por más de dos horas en el tramo de Orizaba a Lechería.
 

LAS EXTORSIONES ‘LEGALES’
 

Las extorsiones y robos no sólo las hacen los grupos de asaltantes locales. El bolsillo de los migrantes también es otra fuente de ingresos ilegal para algunos retenes de la policía federal.

Sobre ello habla Jorge, otro hondureño que vive en la casa del migrante. En su trayecto para llegar al `otro lado` ha testificado que los federales, durante la inspección de documentos, piden el pago de `cuota`. Cuando se niegan a pagar, los uniformados avisan al siguiente retén para que les quiten lo que llevan.

-Hay veces en que suben con nosotros y no nos dicen nada, hasta que llegamos a la estación es cuando nos quitan el dinero o lo que traemos.

CENTROAMÉRICA SECUESTRADA
 

El Informe Especial sobre Secuestro de Migrantes en México 2011, realizado por la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), indica que de 178 testimonios de migrantes, el 67.4 por ciento de las desapariciones sucedieron en el sureste, el 29.2 por ciento en el norte y 2.2 por ciento en el centro del país.
 

Además, el 8.9 por ciento culpa de los secuestros a la policía y a personal del Instituto Nacional de Migración. En Nuevo León, la CNDH documenta que de junio de 2009 al mismo mes del 2010, el 6.4 del total de víctimas de secuestro eran migrantes en su paso para llegar a la frontera.
 

LA RUTA DEL PELIGRO
 

El Informe Especial sobre Secuestro de Migrantes en México 2011 destaca las zonas de tránsito que representan mayor riesgo:
 

1. Carretera Monterrey-Colombia; brecha del Gas, de Coahuila a Tamaulipas, pasando por el municipio de Anáhuac

2. Carretera Monterrey-Laredo, transitando por los municipios de Zuazua, Ciénega de Flores y Sabinas Hidalgo

3. Carretera intermunicipal de Sabinas Hidalgo al municipio de Guerrero Tamaulipas, pasando por el municipio de Parás

4. Brecha de Sabinas a Tamaulipas, entrando por el kilómetro 60

5. Carretera Monterrey-Miguel Alemán, pasando por los municipios Marín, Dr. González, Cerralvo y Treviño

 6. Carretera Monterrey-Reynosa, cruzando por los municipios de Cadereyta, Los Ramones, China y General Bravo, Nuevo León.

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País

México

Temática general
[Riesgos][Riesgos][Riesgos][Riesgos][Migrantes]

Temática específica
[107][108][106][135][64]



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