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Flujo de inmigrantes en la frontera de Texas abruma a agencias federales

Publicado el 5 de junio de 2014
por Susan Carroll y David Mccumber en La Voz de Houston

Poco antes del mediodía de un viernes, un autobús del Departamento de Seguridad Interna se detuvo en el exterior de una estación de transporte público en McAllen y luego abrió las puertas para que saliera un grupo de 20 inmigrantes de Centroamérica y América del Sur.

Un hombre cargaba a su bebé dormido de nueve meses nacido, mientras una madre conducía a sus dos niños hacia la terminal.

“Nos dejaron aquí”, dijo Norma Navarro, de El Salvador, mientras el autobús gubernamental se alejaba de la estación. “No tenemos nada”.

No obstante, todos los que iban a bordo del autobús tenían una posesión común: un paquete de documentos del gobierno federal ordenándoles que se presentaran en una oficina de inmigración dentro de un período de 15 días de haber llegado a su nuevo destino y de acudir a un tribunal de inmigración en una fecha determinada.

La documentación no otorga estatus legal, pero muchos inmigrantes ven esos papeles como una vía hacia una nueva vida.

Edilberto Lanza Mejía, un hondureño de 26 años, con su hijo en brazos, se refirió a los documentos como “un permiso para entrar en Estados Unidos”.

El flujo de inmigrantes centro y sudamericanos hacia el sur de Texas se ha convertido en un torrente incontrolable en el último mes, lo que ha abrumado a los agentes de la Patrulla Fronteriza y de la Oficina de Reubicación de Refugiados, que está a cargo de reubicar a miles de menores que viajan solos y han sido arrestados al cruzar la frontera.

“Estamos abrumados”, dijo el agente Christopher Cabrera, de la Patrulla Fronteriza y vicepresidente del Consejo Local 3307 de la Patrulla Nacional de Fronteras. “Tenemos grupos de 70, 80 y 90 personas que llegan caminando y se entregan. Se acercan al primer agente en su camino y le dicen que se entregan y que les den sus documentos”.

“Si no recibimos alguna ayuda pronto, esto será un desastre”, agregó.

Rick Perry pide ayuda

El gobernador Rick Perry envió hace unos días una carta al presidente Barack Obama pidiéndole que envíe más agentes de la Patrulla Fronteriza a Texas y que también asigne 1,000 efectivos de la Guardia Nacional a la frontera con México.

Asimismo, Perry pidió al gobierno federal que elimine las regulaciones que, según él, alientan a la inmigración de indocumentados, en especial las que ponen en libertad a los inmigrantes con notificaciones de que tienen que presentarse ante un tribunal y reunir a menores que han viajado solos y entrado de manera ilegal en la nación con parientes que residen en Estados Unidos.

“Le pido que tome medidas para impedir el empeoramiento de esta situación a lo largo de la frontera de Estados Unidos con México enviando más recursos a nuestra porosa frontera”, escribió Perry.

Funcionarios de alto rango del Departamento de Seguridad Interna dijeron que ya han enviado cientos de agentes adicionales a la frontera texana y están conversando a altos niveles con otras agencias acerca de cómo disminuir el flujo de niños sin acompañantes que cruzan por la zona del Valle de Río Grande.

“Esta situación es un ejemplo de un sistema de inmigración deteriorado y de la necesidad de arreglar nuestros canales legales de inmigración para permitir que las familias de inmigrantes, sobre todo los niños y otras personas vulnerables, que se reúnan de manera segura y legal”, expresó en un comunicado Marsha Catron, portavoz del Departamento de Seguridad Interna.

El gran flujo de menores y familias ha causado un gran problema en ese departamento, lo que ha obligado a funcionarios de dicho organismo a exigir un cambio.

“No vamos a obstaculizar nuestra forma de salir de este problema. Más arrestos significan más problemas”, dijo un funcionario del Departamento de Seguridad Interna. “Necesitamos un cambio en las regulaciones para poder enviar a estas familias y niños de regreso a sus países en vez de dejarlos en libertad”.

Sin embargo, la situación no es tan simple como algunos políticos y legisladores creen, indicaron expertos en inmigración.

El gobierno de Estados Unidos trata a los inmigrantes atrapados en la zona suroeste de la frontera de manera diferente y sobre la base de dónde provienen y si necesitan protección especial, de acuerdo con leyes federales o acuerdos judiciales.

La mayoría de los adultos mexicanos capturados cerca de la frontera suelen ser procesados y devueltos a su país en cuestión de días. Los niños mexicanos que dicen tener miedo a regresar a su patria o que han sido objeto de tráfico humano atraviesan un proceso formal de deportación y son transferidos a la custodia de la Oficina de Reubicación de Refugiados.

Los inmigrantes adultos de países como México suelen ir a parar a centros de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) para ser procesados y deportados lo antes posible, lo que permite al gobierno enviarlos a su país sin necesidad de una audiencia en un tribunal de inmigración.

Sin embargo, cuando inmigrantes de otras naciones son atrapados con niños, la situación se complica más. Desde la perspectiva legal, el gobierno puede detener a familias mientras esperan a ser deportadas, pero ICE sólo dispone de un centro de detención para familias en Reading, Pennsylvania, con capacidad para 96 personas.

Por lo tanto, en vez de detenerlos, la Patrulla Fronteriza suele procesar a la mayoría de los padres con niños y luego les ordena que se presenten en una oficina de ICE y en un tribunal, además de llevarlos a una estación de ómnibus y dejarlos en libertad.

Montones de niños

Hay un grupo de inmigrantes que posiblemente presenta el mayor desafío para los funcionarios de inmigración: los menores de 18 años que llegan a Estados Unidos de países, aparte de México, y no viajan acompañados por adultos.

Como se trata de una población considerada particularmente vulnerable, las leyes exigen que inmigración los entregue a la Oficina de Reubicación de Refugiados.

Toda vez bajo la custodia de esa agencia federal, los menores suelen ser albergados dentro de una red de albergues y otras instituciones hasta que el gobierno los entregue a familiares en Estados Unidos para esperar a que se emita un fallo con respecto a sus casos.

Los niños entran en el sistema de detención en una cifra récord que causa muchas tensiones en dicho sistema. Alrededor del 90 por ciento es entregado a patrocinadores en Estados Unidos.

El flujo de indocumentados ha provocado un hacinamiento en las estaciones de la Patrulla Fronteriza, sobrecargando así exageradamente a una agencia diseñada para detener a personas por unas pocas horas.

Cabrera presentó un ejemplo de sobrepoblación: la estación de la Patrulla Fronteriza en McAllen está supuesta a tener a 270 personas en la sección de procesamiento.

“Ahora tenemos entre 1,000 y 1,200 ahí”, dijo Cabrera. “Y alrededor de 300 de ellos no están siquiera dentro de un edificio, sino en un garaje”.

Hace poco, la agencia resolvió enviar autobuses llenos de inmigrantes adultos procedentes de Centroamérica y América del Sur para ser procesados en lugares lejanos como Tucson, Arizona, según un funcionario del Departamento de Seguridad Interna. Asimismo, dicho departamento empezó a enviar vuelos a Arizona, donde ha disminuido el cruce ilegal de inmigrantes en años recientes y allí hay más agentes para ayudar.

Los inmigrantes que cruzan la frontera con niños reciben una notificación para presentarse en una corte de inmigración y son trasladados a una estación de ómnibus en el sur de Texas para que viajen a Arizona. En la estación de McAllen, en una tarde de viernes, los autobuses del gobierno llegan cada dos horas.

“¿Dónde estoy?” preguntó una mujer mientras se dirigía a la terminal con sus documentos de inmigración y un niño.

“La Patrulla Fronteriza está realizando una labor heroica para tratar de resolver este problema, pero están abrumados”, dijo el representante Henry Cuellar, demócrata de Texas. “Lo que hacen no se puede sostener”.

Los arrestos en la zona del Valle de Río Grande han superado los 160,000 en este año fiscal, una cifra que ha eclipsado a la cantidad total de detenciones del año pasado.

Tensiones en el sistema

Catron manifestó en un comunicado que el secretario de Seguridad Interna Jeh Johnson declaró “una condición de preparación de nivel IV” debido a las tensiones que experimenta el sistema por la cantidad de niños solos interceptados en la frontera este año.

Catron expresó que personal de Seguridad Interna de todo el país ha sido reasignados a esa zona para ayudar en el procesamiento y cuidado de los menores.

Alrededor de 400 menores sin la compañía de adultos fueron detenidos esta semana en un solo día en el Valle de Río Grande, según datos del Departamento de Seguridad Interna.

Los menores no acompañados por adultos, que procedan de países diferentes de México, tienen que ser entregados a la Oficina de Reubicación de Refugiados en un plazo de 72 horas, pero suelen llegar al sistema con más rapidez con la que pueden ser procesados y liberados, según funcionarios.

Eso creó el viernes un estancamiento de más de 2,000 menores solos bajo la custodia de la Patrulla Fronteriza en el Valle de Río Grande. Alrededor de la mitad de ellos estuvieron en ese lugar por más de 72 horas, informaron funcionarios.

El sistema de detención de la Oficina de Reubicación de Refugiados está abarrotado. El mes pasado, comenzó a dar albergue temporal a unos 1,200 menores solos en la Base Aérea de Lackland, en San Antonio. Asimismo, la oficina recurrió a un campamento de verano en las afueras de Waco para acomodar a más niños.

Activistas han expresado preocupación porque las tensiones dentro del sistema puedan hacer que los menores no reciban orientación legal ni sean entrevistados.

También han indicado que los chicos en la base militar deben tener el mismo acceso a los servicios con que cuentan los que se hallan en instituciones permanentes.

“No hay supervisión de sus condiciones ni de su acceso a cuestiones legales”, dijo David Walding, director del Centro Bernardo Kohler, que proporciona servicios judiciales a niños inmigrantes que viajan sin compañía de adultos.

Un portavoz de la Oficina de Reubicación de Refugiados no respondió a las preguntas sobre los servicios específicos que se dan a estos chicos.

Catron expresó que funcionarios federales están tratando de hallar soluciones para frenar el flujo de inmigrantes y buscar más espacio de alojamiento.

“El Departamento de Seguridad Interna y el Departamento de Salud y Servicios Humanos han estado colaborando durante un tiempo para resolver el problema del creciente número de niños, una tendencia constante, pero disponemos de recursos limitados”, expresó Catron en un comunicado.

Funcionarios de la Oficina de Reubicación de Refugiados estiman que alrededor de 60,000 niños sin compañía de adultos arribarán este año a su custodia, lo que implica más de nueve veces la cantidad de 2011.

Catedráticos, activistas y funcionarios del gobierno se han esforzado por señalar una causa específica de este flujo inmigratorio. Según ellos, pueden haber varios factores, como la pobreza, las esperanzas de reunirse con familiares en Estados Unidos y la creciente “crisis humanitaria” en Centroamérica y América del Sur ocasionada por la violencia del narcotráfico.

“Sé que mucha gente en Washington se pregunta que por qué viene esta gente y cuál es la respuesta a eso”, dijo Meredith Linsky, directora de la organización South Texas Pro Bono Asylum Representation Project, que proporciona ayuda a quienes buscan asilo. “Me parece que nadie tiene una respuesta, pero algunas situaciones en Centroamérica tienen que mejorar para que la gente permanezca viviendo allí de manera digna”.

No funciona

Catron dijo que el Departamento de Seguridad Interna está ampliando sus campañas en países de Centroamérica y América del Sur, y que funcionarios están recalcando que las personas capturadas en Estados Unidos, incluidos los niños, no son elegibles para legalizar su situación inmigratoria.

Michelle Brané, directora del programa de justicia y derechos de inmigrantes en la Comisión de Mujeres Refugiadas, expresó que la solución no radica en empezar a detener a familias.

Asimismo, señaló un centro de detención familiar en Taylor que tuvo que cerrar hace varios años en medio de protestas por las condiciones imperantes y la ética de mantener detenidos a niños por mucho tiempo, incluso en compañía de sus padres.

“La detención de familias es siempre problemática”, dijo Brané. “No es adecuado, no funciona”.

En la estación de ómnibus de McAllen, Lanza dijo que él y su esposa, junto con sus tres hijos de nueve meses, dos y cinco años, se sentían felices de haberse ido de Honduras y haber salido de la custodia de la Patrulla Fronteriza. Pasaron cinco días en una celda fría, donde dormían sobre el suelo y el bebé empezó a toser con flema, según Lanza.

“Deberíamos llevarlo a un hospital”, dijo Lanza. “Pronto lo haremos”.

A las pocas horas de llegar, Lanza pidió prestado un teléfono móvil en la estación de ómnibus para que su esposa llamara a su hermana en Carolina del Norte, quien pagó por sus boletos para viajar a Greenville. Consiguieron boletos para el último autobús que salía esa noche a las 11:30 p.m.

Lanza sonrió aliviado y tomó asiento dentro de la estación para esperar. En ese preciso momento, otro autobús blanco del gobierno llegó a la terminal para que más inmigrantes salieran.

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País

Estados Unidos

Temática general
[Transmigración][Transmigración][Vigilancia migratoria en Estados Unidos]

Temática específica
[98][101][26]



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