En aquel año 17 mil 57 menores sin ninguna compañía fueron interceptados en la frontera.
Según las estadísticas, Guatemala es el país desde donde mayor cantidad de menores han viajado solos hacia EE. UU. en 2018, puesto que, de los 36 mil 390 niños detenidos en la frontera en los primeros nueve meses del presente año fiscal, el 48 por ciento corresponde a niños guatemaltecos.
El año fiscal en EE. UU. comprende del 1 de octubre al 30 de septiembre.
Para Carol Girón, directora de programas de los Misioneros Scalabrinianos, el incremento es “alarmante y preocupante” puesto que refleja que las causas estructurales que promovían la migración en el 2014 no han sido atendidas, y la respuesta del Estado solo se ha enfocado en desalentar la migración.
“Les dicen no se vayan, pero no les dan respuestas para que se queden”, indicó Girón, quien precisó que las causas van desde la necesidad de reunificación familiar, la persecución y reclutamiento de pandillas, así como violencia la familiar e incluso sexual. También la falta de oportunidades de desarrollo y bienestar para la juventud.
Aunque el incremento es “no deseable”, según la activista, no sorprende porque el Estado no ha sido capaz de dar un acompañamiento y repuestas para garantizar la reintegración de los menores cuando son deportados.
Mientras más infantes viajan sin ninguna compañía a EE. UU., en aquel país muchos de ellos han tenido que enfrentar las audiencias en las cortes de Inmigración solos, sin el respaldo de un abogado.
La semana pasada se hizo viral un video donde un grupo de menores dramatiza cómo comparecen los niños solos ante un juez migratorio. Activistas en EE. UU. confirmaron que los pequeños, en efecto, así enfrentan los procesos.
“Hay niños de todas las edades”, expuso Guillermo Castillo, presidente de Cooperación Migrante, organización que se dedica a brindar asesoría legal a migrantes centroamericanos.
Castillo añadió que cuando los niños son menores de 9 años, lo mejor es que cuenten con un abogado que los defienda debido a que el proceso administrativo migratorio es muy riguroso y exigente y “si a un adulto se le dificultan las leyes —de EE. UU.— a un niño mucho más” por lo cual tiene menos posibilidades de reunificarse con su familia o alcanzar una resolución que le permita quedarse en aquel país.
El activista expuso que, en esos casos, la familia de los menores debe pedir que un abogado represente a sus niños. Si hay algún pariente en EE. UU. lo puede hacer con organizaciones humanitarias que brindan esa asesoría, muchas de ellas de forma gratuita, y pedir el nombre y número de teléfono del abogado para seguir el caso.
Castillo indicó que, si la familia lo solicita al gobierno de Guatemala, este tiene la obligación de defender a los niños en esas cortes, de acuerdo con el artículo 36 de la Convención de Viena Sobre Relaciones Consulares, del cual el país es parte desde 1973.
Al respecto, se solicitó a la Cancillería guatemalteca información sobre si los consulados dan algún acompañamiento o asesoría a los menores en las cortes, pero no respondió.
Óscar Chacón, director ejecutivo de Alianza Américas, señaló no se necesita ser un experto para saber que “poner a un niño solo frente a un juez es una acción retrógrada” y una “vergüenza internacional”.
Añadió que la práctica se da debido a que el gobierno de Donald Trump hace una interpretación de la ley “extremadamente obtusa” y negativa para aplicarla rigurosamente, lo que hace que las autoridades consideren que toda persona, con el simple hecho de ser extranjero no tiene ningún derecho.
Y mientras sigue el debate sobre las políticas migratorias, las familias se reunifican poco a poco.
El pasado jueves, Angélica González García una madre guatemalteca que había sido separada de su hija de 8 años pudo reunirse con ella después de 55 días de haber sido separadas.
“Perdóname hija mía, Perdóname…”, le dijo entre lágrimas González a su pequeña a quien pudo abrazarla en el Aeropuerto Logan de Boston a más de dos mil 500 millas del centro de detención de Arizona donde la había visto por última vez.
“¿Sabes que te amo, verdad?”, le expresaba mientras la niña no emitía ni una palabra. González salió libre bajo fianza el 19 de junio, luego de haber solicitado asilo. Afirmó que temió que nunca volvería a ver a su hija.
Buenaventura Martín Godínez es otra madre guatemalteca que pudo reencontrarse con su pequeña de 7 años luego de que estuvieron separadas 61 días. La reunificación ocurrió el 1 de julio en el aeropuerto de Miami.
Martín contó que, con su esposo, su hija y su bebé salieron de Guatemala porque tenían un negocio y eran extorsionados.
Más de dos mil 300 niños fueron separados de sus padres en los que días que estuvo vigente la política de separación familiar, muchos aún están pendientes de ser reunificados; algunos, incluso, fueron deportados a sus países de origen.