Albergue en Tultitlán da cobijo al sueño americano de migrantes en tránsito

Tultitlán, Mex. Resguardados por fábricas, negocios y los rieles que desde el sureste mexicano guían su camino hacia el “sueño americano”, medio centenar de migrantes se encuentra bajo la carpa de unos 50 metros cuadrados que hace las veces de albergue provisional en su tránsito por este municipio mexiquense.

Convivir con las vías por unas 48 horas, tiempo máximo que pueden permanecer en el lugar, no les representa mayor problema, ni tampoco las patrullas de la Secretaría de Seguridad Ciudadana que se mantienen vigilantes desde puntos aledaños. Al menos dos en la calle más cercana y otras en los alrededores.

Debajo del puente vehicular que dirige a los automovilistas al corazón del estado de México, está la carpa blanca a cargo del padre Alexander Rojas, donde a diario llegan hasta 300 centroamericanos en una pausa en su largo viaje.

Luego de registrar su nombre, país de procedencia y el número telefónico de algún familiar, reciben un cartón, un espacio para recrear los sueños, derecho de acceso a una regadera, una muda de ropa y alimentación que vecinos caritativos aportan.

Tras el cierre de la casa del migrante San Juan Diego, el pasado lunes 9, la lona da cobijo en espera del arribo de “La Bestia”, el tren que cruza el territorio nacional y pasa por el lugar al mediodía y en ocasiones repite el recorrido hacia la medianoche, y que amenaza en estos días con transportar sobre su lomo a la mayor carga de sueños centroamericanos hacia la frontera norte.

Vecinos de Lechería y de la casa del migrante fueron quienes solicitaron el cierre, argumentando que la presencia de migrantes motivó un incremento en la comisión de delitos, y aunque ya se anunció la posible reubicación, todavía no hay una definición de las autoridades locales ni eclesiásticas del punto donde se ubicará.

Hasta la lona bajo el puente llegan familias de colonias del municipio. La madre, la abuela, el hijo adolescente o los niños, cargando cazuelas con arroz, ollas con guisados, bolsas con fruta, botellones con agua y cajas de cartón con tortillas para seguir procurando alimentación a los huéspedes provisionales de Tultitlán.

A unos 20 metros está el módulo provisional de la organización Médicos sin Fronteras, donde una mesa y sillas son la antesala para los centroamericanos que requieren atención.

Quemaduras, ampollas, lesiones leves en los pies, piernas y brazos; infecciones en garganta y males gastrointestinales, son las demandas más comunes; además de la atención a diabéticos o hipertensos.

Visitadores de organismos defensores de los derechos humanos llegan por la mañana y por la tarde hasta el albergue para informarse de la situación de los migrantes.

Igual arriban integrantes del grupo Beta del Instituto Nacional de Migración (INM), quienes orientan y apoyan a los indocumentados que voluntariamente expresan su decisión de ser repatriados.

También reciben las denuncias por abusos y otros problemas a los que se enfrentan estas personas, que van en camino hacia Estados Unidos en búsqueda de una mejor calidad de vida, que no encuentran en sus países de origen.

De acuerdo con el padre Alexander Rojas, este albergue es provisional y únicamente para el descanso momentáneo de los migrantes.

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