Estadística fronteriza: Flujos fronterizos y política migratoria

En 2014, de acuerdo a la Oficina de Estadísticas de Transporte (Bureau of Transportation Statistics), los cruces fronterizos regulares en la zona de Tijuana-San Diego por las garitas internacionales de Otay y San Ysidro registraron un flujo sur-norte de 45´176,101 personas y en la década 2004-2014 se ha registrado cruce de más de 529 millones de personas (1)  Estos datos en sí mismos demuestran que esta parte de la frontera ha sabido construirse como una región interconectada.

 

Frente a este flujo constante, este ir y venir de personas, de bienes económicos y culturales, aparecen las políticas migratorias restrictivas que conciben a la frontera como una zona de control y seguridad. Así, desde este mismo punto fronterizo se inició la construcción del muro fronterizo en los años 1990s con la Operación Salvaguarda implementada por la administración Clinton que selló la frontera con un muro metálico, la posterior construcción de un segunda valla metálica, y en la zona de Otay un muro de concreto. Todo esto reforzado en posteriores administraciones con incremento en la patrulla fronteriza, y equipo tecnológico (2). 

Sin embargo, frente a la política de cierre de frontera, la fuerza de los intercambios económicos y culturales han llevado a que esta sea una región de gran integración binacional, que puede verse en los cruces regulares de personas, vehículos, trasportes, y la derrama económica que estos significan.

 

Para la región Tijuana-San Diego, resulta vital que se desarrollen visiones que conciban a la frontera como un espacio de flujo donde cada año cruzan más de 40 millones de personas, una zona de intercambios que benefician a las dos naciones y a la región en particular. Una política de frontera inteligente con acciones que faciliten los cruces e intercambios en lugar de obstaculizarlos es la mirada correcta que permitirá el enriquecimiento regional.