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‘Dreamers’ son rechazados en su propia tierra

‘Dreamers’ son rechazados en su propia tierra

Publicado el 5 de abril de 2015
por Carmen Álvarez en Excelsior

En su abrupto retorno a casa los jóvenes indocumentados conocidos en Estados Unidos como los dreamers, reencontraron a su compañera más fiel: la discriminación. Al otro lado del Río Bravo una famélica mayoría en el Capitolio les dio el portazo en las narices acusándolos de ser ajenos, criminales. De este lado del río los llaman pochos, por hablar el español con acento estadunidense, pero también por hablar el inglés sin acento mexicano.

Estos soñadores, a quienes el presidente Barack Obama no pudo salvar de la deportación, relataron su agridulce retorno a la patria que no los quiere ver y que los mantiene en un limbo legal que los consume. La catarsis tuvo lugar el viernes 27 de marzo en el Museo de las Culturas, en pleno corazón de la antigua Tenochtitlan, durante el Seminario Internacional sobre dreamers y menores ciudadanos de Estados Unidos exiliados en México, patrocinado por la U.S.-Mexico Foundation.

En ese escenario empezaron a desfilar, uno a uno, los rostros humanos y los nombres de los soñadores repudiados por la clase política más influyente de una nación que siguen sintiendo como suya. Uno a uno, los dreamers dieron testimonio de lo difícil que es reintegrarse a México, la nación que dejaron hace muchos años de la mano de sus padres.

“Conocía México a partir de las memorias de una niña de nueve años. Yo viví allá, en la invisibilidad de la deportación, y de regreso en México no hablaba en público porque nos ven raro”, dijo Nancy. Desde que fue traída de regreso a su país, en 2009, a bordo de un camión del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas, encargado de investigar, detener y expulsar a los indocumentados, empezaron sus nuevos retos.

“La Secretaría de Educación nos da la bienvenida pero eso no es lo que enfrentamos cuando estamos en México”, dijo. Nancy no fue la única que relató haberse encontrado con la desagradable sorpresa de que sus estudios superiores en instituciones de prestigio no son reconocidos en México.

“En Gran Bretaña sí me aceptaron mis diplomas sin problemas”, dijo Nancy cuyo testimonio quedó plasmado en el libro Los otros dreamers, the book. No es la única. El asunto se repitió con cada uno de los migrantes que relataron cómo han ido despertando del sueño de la patria idílica que los recibe con los brazos abiertos para adentrarse en la misma pesadilla: aquí nadie los escucha ni los mira.

Se volvieron invisibles

Ahora constatan que si en Estados Unidos vivían en las sombras por temor a ser deportados, en México salen a plena luz sin ese temor, el problema es que ni siquiera los miran. “Por azares del destino ya estamos aquí en México, el problema es que para nuestro gobierno somos invisibles”, dijo Jorge, quien volvió a México con una licenciatura de ingeniería en electricidad.

Nada parece funcionar aquí para estos jóvenes que, a pesar de haber sido indocumentados en Estados Unidos, encontraron refugio en las instituciones educativas de ese país. Los testimonios desembocaron en el mismo punto: las autoridades educativas de México les permiten estudiar, pero el proceso de validaciones es complicado y costoso. ¿El resultado? Pasan los años y siguen como oyentes.

Nancy resumió el callejón sin salida en el que quedaron atrapados desde su regreso obligado a México: “Los retos de la integración son: la exclusión social, la exclusión institucional y la discriminación”.

Por “seguridad nacional”

La educación en México es un derecho constitucional. Uno de los argumentos –de derecho internacional– para abrir los espacios educativos a los dreamers es el principio de “reciprocidad”, dijo Gretchen Kuhner quien preside el Instituto para las Mujeres en la Migración AC.

“Los argumentos que nos dan en la SEP son de ‘seguridad nacional’. Es para reír, pero también para llorar”, sentenció.

La siguiente puerta que piensan tocar los soñadores es la de la Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación, porque les dio la opinión jurídica de que “no hay ningún impedimento para la apostilla” que tanto les exige la SEP para dejar de ser oyentes. La “apostilla, nota o anotación” fue legalizada en 1961 por la Convención de La Haya, cuya misión es homologar las normas del derecho internacional privado.

El subsecretario nunca llegó

Iniciado el seminario, los asistentes recibieron la noticia de que el subsecretario de Relaciones Exteriores no podría llegar, pero enviaría a otra persona. “No gracias”, dijo desde la mesa del presidium Armando Vázquez Ramos, uno de los organizadores, que viajó de California a la Ciudad de México para acudir a la cita, argumentando que había mucho trabajo pendiente por desahogar.

No faltaron testimonios sobre el choque cultural que enfrentan cotidianamente los dreamers desde su deportación. “Me dijeron que sí los dejan estudiar, pero que tendrían que pagar 50 mil pesos para poder regularizar sus papeles. Me ponían muchos pretextos: que (su familiar) no tiene la CURP (Clave Única de Registro de Población) ni el acta de nacimiento apostillada”, relató María, quien regresó a México por un asunto familiar.

Sobre el proceso de integración, María relató que conoció el caso de una niña trilingüe que hablaba mixteco, inglés y español, que fue blanco de hostigamiento escolar por hablar inglés. “Le pedían que hablara mixteco y se quedó muda durante un año”, dijo. Su hija Estefanía relató que por estar embarazada preguntó a un hospital si la podían ayudar, y le contestaron que no, por no ser mexicana.

¿Quiénes son los Dreamers?

El concepto de los llamados dreamers, en español soñadores, surgió de una propuesta de ley denominada DREAM (Development, Relief and Education for Alien Minors) presentada por primera vez al Senado estadunidense en 2001, por los senadores Dick Durbin (demócrata) y Orrin Hatch (republicano).

Desde entonces, demócratas y republicanos han luchado por retener o expulsar a los hijos de indocumentados que desde niños han recibido educación media y superior en ese país. Lo que llevó a algunas legislaturas estatales a aprobar sus propias leyes a favor de los dreamers.

La contienda entre los sectores a favor y en contra de la inmigración, así como el temor a la diversidad racial, han reducido las posibilidades de los dreamers, a tal punto que el presidente Obama emitió en junio de 2012 una orden ejecutiva para detener las deportaciones de aquellosdreamers que llegaron antes de cumplir 16 años, y antes de junio de 2007.

Esta situación dio origen a la oleada de decenas de miles de niños indocumentados no acompañados de México y Centroamérica, que pasan o son detenidos diariamente en la frontera sur, impulsados por la esperanza de beneficiarse con la Ley de Protección y Reautorización de las Víctimas de Trata de 2008, aprobada durante el gobierno de George W. Bush.

Jim Ávila, corresponsal de la Casa Blanca para la cadena ABC News, publicó el 29 de junio de 2014 un análisis en el que recordó que, de acuerdo a la citada ley, los niños no pueden ser enviados de regreso.

“Deben, por el contrario, ser retenidos de manera humanitaria por el Departamento de Salud y Servicios Humanos hasta que las cortes los entreguen a un familiar adecuado dentro de Estados Unidos. El niño deberá ser colocado prontamente en un escenario que responda al mejor interés del menor”, dice la ley.

Puntualiza que la colocación de las víctimas infantiles de trata puede incluir un programa de Refugio de Menores No Acompañados, en caso de que un miembro adecuado de la familia no esté disponible.?

“Fuentes del Departamento de Seguridad Nacional (DHS) dicen que más del 80 por ciento de estos niños encontrarán hogares permanentes en Estados Unidos, ya sea con familiares o en hogares de crianza, y que no serán enviados de regreso a Centroamérica”, escribió Ávila.

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