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Niños migrantes en México, sin apoyo educativo
Niños migrantes en México, sin apoyo educativo
Publicado el 25 de marzo de 2019
por Eréndira Aquino Ayala en Animal Político. Fotografía de AFP.
Después de vivir dieciséis años en Estados Unidos, Karla, su esposo y sus hijos de 1, 11 y 14 años, los tres norteamericanos por nacimiento, tuvieron que mudarse a Hermosillo, Sonora, donde los niños tuvieron que ingresar a una escuela mexicana sin hablar 100 por ciento español. Los menores no tuvieron apoyo para su transición educativa, dado que no existe un programa oficial que facilite su incorporación.
Un evento familiar, más la política migratoria de Donald Trump, los hizo volver a México: El suegro de Karla falleció y no pudieron acudir a despedirse de él porque ya no tenían papeles para volver de manera legal a Estados Unidos, lo que la deprimió ante la idea de que le sucediera algo con otros seres queridos y no pudieran acompañarlos. Finalmente, ella y su marido prefirieron regresar a Sonora, de donde son originarios.
Victoria y Roberto nacieron en Estados Unidos y tuvieron que mudarse a Sonora, México, porque sus padres eran migrantes ilegales. La imagen de los menores fue publicada y reproducida con autorización de sus padres.
Después de vivir dieciséis años en Estados Unidos, Karla, su esposo y sus hijos de 1, 11 y 14 años, los tres norteamericanos por nacimiento, tuvieron que mudarse a Hermosillo, Sonora, donde los niños tuvieron que ingresar a una escuela mexicana sin hablar 100 por ciento español. Los menores no tuvieron apoyo para su transición educativa, dado que no existe un programa oficial que facilite su incorporación.
Un evento familiar, más la política migratoria de Donald Trump, los hizo volver a México: El suegro de Karla falleció y no pudieron acudir a despedirse de él porque ya no tenían papeles para volver de manera legal a Estados Unidos, lo que la deprimió ante la idea de que le sucediera algo con otros seres queridos y no pudieran acompañarlos. Finalmente, ella y su marido prefirieron regresar a Sonora, de donde son originarios.
“Nunca pudimos arreglar papeles, nos fuimos con la visa de turista y se nos venció a los diez años y ya no pudimos volver a México. Nos quedamos allá, con la esperanza de alguna vez poder legalizarnos por trabajo o por amnistía, pero no. Y luego, ahora que entró el nuevo presidente (Donald Trump), las cosas se pusieron peor”, cuenta Karla.
La pareja no encontró contratiempos para reintegrarse en México. Pronto encontraron trabajo y una ocupación. El problema lo vivieron sus hijos.
Victoria, de 14 años, y Roberto, de 11, dejaron la escuela y a sus amigos en Tulsa, Oklahoma, para ingresar en un colegio en Hermosillo, Sonora, a terminar la primaria y la secundaria, respectivamente.
En su nueva escuela, Victoria y Roberto han enfrentado el reto de estudiar, con dificultades para atender materias como español e historia de México.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda elaborado, en 2015, por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México existen 550 mil 492 personas de entre 0 y 17 años con nacionalidad estadounidense y 32 mil 675 de otros países.
En 2010, 121 mil 582 niños y jóvenes de entre 5 y 19 años nacidos en Estados Unidos y 402 de otros países se encontraban viviendo en México, según datos del Censo de Población y Vivienda elaborado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). En cinco años, el número de menores extranjeros en México aumentó un 478%.
Aunque el número de niños y jóvenes que llegan a México desde los Estados Unidos continúa en aumento, las autoridades mexicanas desconocen con certeza cuántos son y en qué escuelas están, pues el único registro oficial sobre extranjeros inscritos en el país es el número de beneficiarios del Programa Binacional de Educación Migrante (PROBEM), mecanismo que facilita la validación de los documentos oficiales estadounidenses para facilitar la inscripción de estudiantes.
El desconocimiento por parte de las autoridades federales sobre las dimensiones reales del problema queda evidenciado por sus propias estadísticas: en 2017, la Secretaría de Educación Pública federal (SEP) solo registró a 14 mil 035 niños que contaban con experiencia educativa en Estados Unidos y fueron inscritos en escuelas mexicanas a través del PROBEM: 8 mil 580 mexicanos, mil 955 “latinos” y 2 mil 500 mexicanos que vivieron y estudiaron en años previos en el país del norte.
Sin embargo, estos no son el total de niños que vienen de otros países inscritos en escuelas mexicanas: tan solo en Baja California, el mismo año las autoridades estatales reportaron 53 mil 219 trámites de revalidación de documentos escolares a través del PROBEM.
Roberto, quien pasó a sexto de primaria, dice que lo que más le ha dificultado el adaptarse a la escuela es que las maestras en Sonora “son muy estrictas”, pues en Estados Unidos él podía expresar cuando estaba en desacuerdo con algo de la clase o corregir al profesor sin que éste se ofendiera, y en México eso es considerado una falta de respeto grave.
Tampoco ha logrado acostumbrarse a utilizar el uniforme, y extraña que en su escuela anterior podía ir vestido diario con bermudas y playeras.
Para Victoria, lo difícil ha sido integrarse a tercero de secundaria sin el nivel de aprendizaje en las materias de español e historia de México que tiene el resto de sus compañeros.
“Todo lo que tiene que ver con México es muy trabajoso, porque nosotros solo teníamos información de Estados Unidos, o hay cosas que ya sabíamos, pero acá las enseñan diferente”, explica Victoria.
Cuando no entiende, pregunta a sus amigas el significado de las palabras o expresiones que desconoce, porque los profesores “me tiran de a loca”.
A pesar de que uno de los principales problemas que enfrentan los alumnos extranjeros en escuelas mexicanas es el idioma, fue en agosto de 2017 que el presidente Enrique Peña giró la orden de “atender al 100% de los jóvenes migrantes que regresan a México con desconocimiento del español”. Al 30 de junio de 2018 la SEP atendió solo a 12 jóvenes, según consta en el Sexto Informe de la SEP de la administración federal anterior.
A pesar de las dificultades, Victoria y Roberto no quieren volver a Estados Unidos, porque en México está su familia.
Su madre coincide con ellos, pues señala que a su regreso a Sonora sintió “como si nunca me hubiera ido, porque estoy con mi gente, en mi país, ya con tranquilidad, porque allá tenía la preocupación de que si salíamos nos podían quitar a nuestros hijos. Los que están batallando son los niños, porque nacieron allá. La escuela se les ha hecho muy difícil”.
De acuerdo con la doctora Gloria Ciria Valdez, coordinadora del Seminario Niñez Migrante del Colegio de Sonora, a pesar de que el número de menores en esta situación crece cada año, el gobierno no cuenta con registro de cuántos son, ni con apoyos que les permitan adaptarse a las escuelas a las que asisten.
Desde el seminario Niñez Migrante, académicos han estudiado por diez años el fenómeno de la migración en México, y desde hace cinco, investigan también el del retorno; sin embargo, Gloria Ciria Valdez reconoce que el gobierno y la academia han fallado para contabilizar y apoyar a las personas que se encuentran en esta situación.
“En los últimos cinco años, nosotros no terminábamos de investigar acerca de la migración en tránsito de niños, niñas y adolescentes, cuando nos llegó otra situación: el retorno, porque se observaba que estaba llegando, las escuelas comenzaron a crecer”, explica la especialista.
Hasta la fecha “como gobierno y como academia hemos fallado para contabilizar el retorno: no sabemos cuántos son, no sabemos dónde están, ni sabemos quiénes son, especialmente en la educación básica”.
“Nos dimos cuenta también de que no hay estrategias, no hay una política estatal ni regional de corte transversal que llegue a todas las áreas para atender al migrante y sus familias”, asevera.
En el último ciclo escolar, 14 mil 961 niños migrantes de retorno se encuentran inscritos en escuelas de educación básica del estado, según datos del Sistema de Información, Control y Registro Escolar de Sonora (SICRES). Mil 864 de estos menores viven en Hermosillo.
Sin embargo, dice la investigadora, “dudamos de estas estadísticas”, por lo que en compañía de otras académicas del Colson va escuela por escuela preguntando cuántos niños y niñas extranjeras o migrantes de retorno estudian en cada plantel.
“Nosotros dudamos de estas estadísticas porque el SICRES no es retroalimentado y se borra cada año. Además, porque en campo, por ejemplo, en la Secundaria Técnica Federal No. 72 Profesor Joaquín Enriquez Flores, el Sistema de Información dice que tiene dos alumnos de ciudadanía estadounidense, pero yendo personalmente a esta escuela vimos que son 23 estudiantes migrantes”, señala.
De acuerdo con la académica, la razón por la que no se puede tener certeza acerca de cuántas personas se encuentran en situación de migración de retorno, o llegada a México a establecerse para vivir, es porque el único trámite del que el gobierno tiene registro, es el de repatriación y deportación de mexicanos en Estados Unidos. No hay manera de contabilizar a aquellos que llegan al país de manera “voluntaria”.
Para apoyar a los niños y niñas migrantes de retorno, binacionales o extranjeros que estudian en las escuelas de Hermosillo, Sonora, en 2017 la doctora Ciria Valdez creó un programa de tutorías para regularizar a los menores.
Cada semana, algunos menores acuden a las instalaciones del Colegio de Sonora, donde académicas de la institución les dan orientación para que entiendan el significado de algunas expresiones del español que no conocen, y les dan regularización en historia y geografía de México, matemáticas y otros temas de su interés.
Sin embargo, son pocos los estudiantes que reciben, porque hallarlos no es sencillo.
Animal Político consultó a la SEP acerca de la disparidad en la información acerca del número de menores extranjeros y migrantes de retorno de los Estados Unidos inscritos en escuelas mexicanas, y sobre las políticas públicas con que cuentan para atenderlos, sin que hasta el momento de la publicación haya tenido respuesta.
Victoria cuenta con alegría que la llaman “gringa” y que desde el principio consiguió adaptarse y hacer amigos en Sonora. Roberto dice que además de haber hecho muchas amistades, tiene apoyo de su maestra siempre que lo necesita.
Ella y su hermano coinciden en que la amabilidad de la gente en su comunidad y su familia los han hecho sentir muy cómodos. Karla, por su parte, se siente aliviada con el apoyo que sus hijos han encontrado en el Colegio de Sonora.
“Nos recibieron muy bien, hemos hecho muchos amigos, además estamos con la familia, gente a la que no conocíamos ni teníamos en Estados Unidos”, cuenta Victoria. Por eso, afirma, no quiere volver.
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